José
Ortega y Gasset, un filósofo español del siglo pasado, decía que para saber qué
es filosofía tendríamos que ir con aquello que la gente sabe comúnmente por
ella, ya que, de ahí partía el trabajo
del filósofo para enseñar qué es filosofía y, por ende, dejar ver el
significado de la filosofía. La tarea
que propone Ortega y Gasset es a lo sumo interesantísima, puesto que, nos lleva
directamente a elaborar un examen-diagnostico de nuestra sociedad. Los
resultados de nuestro examen nos darán pista de cuánto estamos cultivados en el
saber o que tanto ignoramos.
El
resultado que obtengamos sea positivo o negativo nos ayudará a los que nos
dedicamos a la filosofía, a saber cuál es nuestro quehacer en la sociedad en la
que nos desenvolvemos no sólo como filósofos sino como ciudadanos inmersos en
una circunstancia cultural, política, económica, social y hasta espiritual. En lo personal
he tenido la fortuna de impartir clases y cuando toca la asignatura de
filosofía regularmente doy comienzo cuestionando a los alumnos qué creen ellos
que es la filosofía, les digo que no importa si no saben la definición sino que
quisiera saber qué consideran que es la filosofía, si en algún otro sitio han
escuchado hablar de la filosofía o quizá en otro curso se menciono a la
filosofía.
Las
respuestas a mi cuestionamiento son de diversa índole. Sin embargo, existe algo
en común en ellas y es que la filosofía refiere a personas que piensan mucho,
además, muchas veces ni se les entiende
de qué hablan porque es muy profundo su pensamiento, y que por la actividad que
realizan se alejan de los demás. Algo de verdad se esconde en las afirmaciones
anteriores, sin embargo vale la pena desmentir que la filosofía no es una
actividad fuera de este mundo. Veremos a continuación.
La filosofía desde sus inicios en la Antigua
Grecia se ha ocupado de las cosas más generales de la existencia humana, como
lo es el hecho de preguntarse de qué están hechas las cosas, cual es el
principio que ha originado que las cosas sean lo que son. Esta pregunta que
para muchos suena muy profunda tiene que ver con algo esencial para el hombre y
es el saber a qué atenerse. Esto significa que el hombre se pregunta porque
desconoce el mundo que habita, ya que, nosotros no nacemos sabiendo qué es lo
que hay que hacer para poder subsistir.
Entonces
podemos decir, que formulando preguntas el hombre va otorgando sentido a las
cosas que le rodean así como también procura comprender la naturaleza de las
cosas como su sí-mismo. Ya que en todo comprender, también nos comprendemos a
nosotros mismos. ¿Cómo sucede lo anterior? La comprensión es un acto
cognoscitivo de hacer las cosas hablar, es decir, desvelamos las cosas. Esto
es, que las cosas están ahí, siendo lo que son, pero el hombre las descubre en
tanto que, las saca de su ser ahí, y las familiariza. Ahora ya no son ahí en un
nada más sino que cobran un sentido cuando el hombre las toma para servirse de
ellas en su vida.
Una
vez que hacemos el movimiento de dirigirnos a las cosas las comprendemos en su
ser, pero también nosotros nos comprendemos, ya que, si las descubrimos también
la diferenciamos, ya que, nosotros no somos esas cosas, por tanto, vamos
descubriendo lo que somos en lo que no somos. Podemos poner otro ejemplo que
ilumine un poco más lo que hemos descrito. El hombre del siglo IV a.C. no es el
mismo de hoy, no sólo porque existe entre nosotros el tiempo que es un
inexorable transcurrir como un río, sino que no es el mismo porque no está
rodeado de las mismas cosas que hace siglos. Las cosas así como el lenguaje
para nombrarlas se ha modificado y con ello el hombre mismo. No es que no
habitemos el mismo sitio, de hecho el mundo es lo que cambia más no la realidad
que es esa que siempre hay que descubrir de qué está hecha.
Por
ello, se puede decir que la filosofía es una actividad perenne así como sus
preguntas, ya que siempre se está cuestionando sobre qué es la realidad, cuál
es la naturaleza de ésta, y por tanto, la del hombre que habita en ella.
Podemos comprobar a lo largo de la historia de la filosofía, que ha sido de más
de 2500 años, que filósofos han hecho público sus teorías, sin embargo cada una
de ellas responde a su tiempo y circunstancia, eso no implica que no nos sirva
de nada sino que hay que apropiarnos todo ese conocimiento para que poseamos
mejores herramientas para interpretar nuestro modo de ser en el mundo.
Las
cuestiones filosóficas son de importancia esencial para el hombre.
Reconozcámoslo o no, la pregunta filosófica modifica nuestra vida en un plano
más profundo que cualquier conocimiento científico. La filosofía no es, pues,
un sistema muerto, ajeno a la vida, sino, al contrario, es un pensamiento
destinado a clarificar la vida y darle su sentido pleno.
Juliana
González piensa que la vocación filosófica es vocación de amor: de philía o de
eros. Y el amor – como lo describe Platón- es hijo de Poros y Penia, de la
abundancia y de la penuria, de lo lleno y de lo vacío, de
la plenitud y de la carencia, de la sabiduría y de la ignorancia. El amor es
algo «intermedio»; la situación amorosa, el ser amoroso, es un «ser a medias»,
un ser contradictorio, es ser y no-ser al mismo tiempo. El que ama la sabiduría
–el filósofo- sabe y no sabe a la vez, y a medida que crece su saber, crece en
ignorancia y crece, por ende, su amor de verdad. Por eso el amor es acción,
dinamismo. Y por ende, la filosofía es una constante búsqueda por saber. ¿Qué
significa la filosofía? significa que estamos entre dos puntos y esos puntos
son la nada, y sí la filosofía es, desde luego, esa forma que hemos elegido de
estar. En conclusión la filosofía es un modo de habitar ese entre dos puntos.
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