viernes, 15 de mayo de 2020

Día del maestro

 Tengo el privilegio de pertenecer a uno de los gremios más importantes de estos tiempos, me refiero al de los maestros, que con el tiempo y las reformas aplicadas a la educación se ha ido modificando la forma en cómo los burócratas consideran a los docentes. De antaño la función social (que no ha cambiado) que ejerce el maestro era bien reconocida y aplaudida por toda la sociedad. Se le tenía un aprecio sin igual y un respeto a su autoridad, tanto que los padres de familia consentían que el maestro golpeara o aplicara castigos a los niños que se encontraban en formación.

El tiempo pasa, y con ello la apreciación de lo que es el maestro, ahora esa generación de padres que sufrieron esa educación crecieron y lo más seguro es que no deseaban lo mismo para sus hijos o bien que no le iban a permitir a los maestros seguir con total libertad, puesto que son ellos los encargados de corregir a los niños, adolescentes. Los niños no se pueden tocar, el maestro sólo le debe competer enseñar contenidos temáticos que marcan los programas educativos.  Ello marco un nuevo rol que también se observó en las reformas a la educación, ya el maestro no era ese gran educador, poseedor y transmisor del conocimiento sino que ahora era visto como un facilitador del conocimiento.

El paradigma de la educación cambia, ya el centro del aprendizaje no está centrada en la labor docente sino en la del alumno que aprende a aprender, pero nos hemos preguntado sí en verdad el alumno quiere aprender. Al ser el maestro un facilitador de conocimiento y al ofrecer la educación como una posibilidad de adquisición de competencias y habilidades queda en el estudiante desarrollar sus propias habilidades. Pero cuando el padre de familia se queja del rendimiento académico de su niño regularmente la culpa o la responsabilidad radica en el maestro.  En esa nueva dinámica el padre de familia no entiende del nuevo paradigma pues ha dejado de estudiar, se ha dejado de actualizar respecto a cómo se sigue desarrollando la educación, entonces el docente -en el mejor de los casos- tiene que educar o enseñar a dos otro elemento más para que su labor pueda ser entendida su función.

Lo anterior, marca algo que no nos favorece como sociedad, las personas cuando dejan de ir a la escuela hacen muy poco por seguirse enriqueciendo intelectualmente y eso es lo más triste que puede haber puesto que la escuela para muchos no es ese lugar enriquecedor, donde potencializamos muchísimas dimensiones. Y con ello generamos una imagen de la escuela que transmitimos a las siguientes generaciones. De ahí que la imagen del maestro-profesor-facilitador-agente de conocimiento vaya modificando tanto su percepción y conceptualización.

En los tiempos que se viven actualmente la función del docente ha sido re-valorizada, muchos padres de familia se dan cuenta lo difícil que es educar a sus hijos aún con todos los medios (claro que hay factores socieconómicos que determinan esto), las actividades a realizar cuando se tiene varios hijos se torna complicada e incluso difícil para muchos padres. Por ello pienso que el docente debe de ser valorado aún más porque éste atiende a un colectivo de 20 a 30 alumnos por salón con distintas personalidades cada uno en un periodo de 4 a 7 horas diarias. La labor del docente no es nada fácil, la preparación del material, el dominio del tema, la forma en cómo lo va a enseñar y a evaluar debe de darse previamente al momento de la ejecución.

Todo ese esfuerzo que el maestro realiza es que se gana un lugar en el corazón de los estudiantes y de algunos tutores, pues se reconoce el trabajo del día a día que no sólo implica reflejar emociones sino manejar un temperamento para poder lidiar con otras tantas personalidades que no siempre llevan la actitud de aprender, por ello a veces el maestro irrumpe en otras funciones como la de psicologo, amigo, confidente, etc.

Reflexionar sobre la labor docente, su apreciación, su significado es una faena muy grande que no se termina en estas líneas, ha sido sólo el comienzo de una reflexión que debe rendir sus frutos en la interacción con otros que se ocupen y preocupen con esta labor que irremediablemente nos compete a todos.