martes, 8 de febrero de 2022

Como luego existo

 

La vida no es un yacer ahí nada más sino un sostenerse, un ir subsistiendo. Un hallar la forma de cómo vamos viviendo. La pandemia actual ha puesto en jaque muchos aspectos de la vida humana y en particular el de cómo sobrevivir ante tal escenario. Las dificultades económicas en las que millones de personas nos encontramos a pegado sin duda en la ingesta de alimentos que consumimos. La vida en términos generales se ha encarecido y al mismo tiempo se ha complicado aún más.

En nuestro México recientemente el CONEVAL (El consejo nacional de evaluación de la política de desarrollo social) ha dado a conocer en días recientes que la pobreza en los últimos dos años (2018-2020) ha aumentado. El dato no puede ser tomado a la ligera, pues significa que millones de personas se han visto seriamente afectados no sólo en los ingresos económicos sino en el acceso a los recursos que garanticen el desarrollo de una vida digna. Esto no es tan fácil de digerir pues implica que millones de personas viven al margen de las garantías individuales que todo gobierno inscrito en la ONU tiene la obligación de cumplir que es garantizar la vida digna.

La pobreza y el hambre son dos conceptos y más que conceptos realidades que van unidas. No se puede pensar una sin la otra y en la realidad podemos argüir que una es consecuencia de la otra, sin embargo, el hambre ha existido como imposición de la vida desde su mismo nacimiento. De ahí que la vida se realice en el quehacer, pues no se busca otra cosa que su subsistencia. Sin embargo, el hambre condiciona la vida como tal pues en seno de ella se desarrollan enfermedades como indisposiciones físicas, así lo expresaba Koffi Annan expresidente de la ONU.

“El hambre perpetúa la pobreza al impedir que las personas desarrollen sus potencialidades y contribuyan al progreso de las sociedades”

Es el hambre un problema que tenemos que paliar para alcanzar metas en común, pero sobre todo es uno de los objetivos que los gobiernos tienen como compromiso en su agenda. Al respecto, tiene más de un lustro que la Asamblea General de la ONU elaboró y aprobó 17 objetivos que conforman la agenda 2030. Al acordar estos objetivos cada nación deberá planear y organizar sus recursos para la lograr dichos objetivos. Dentro de las declaraciones que se dieron al respecto se puede leer lo siguiente:

“Estamos resueltos a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí al 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y a garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos naturales”

Resta a las diferentes organizaciones no gubernamentales como ciudadanía en general vigilar el cumplimiento de estos objetivos o bien de cómo se van generando las condiciones para la realización de dichas enmiendas. Por el momento en nuestro México y a más de 5 años con esas estadísticas sacadas por parte del CONEVAL no podemos decir que vamos bien.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con la filosofía? ,¿Y sobre todo con la comida? Pues indudablemente la filosofía es un indagar, un buscar un sentido a las cosas y el hambre es sin duda la parte negativa de la comida, la ausencia de la misma. La ausencia de la comida nos lleva a padecer el hambre y con ello las condiciones tanto físicas como intelectuales imposibilitan el desarrollo de las potencialidades humanas. Ello nos lleva a pensar en los gobiernos como administradores de los recursos y que en ellos se deben guardar ciertos compromisos y responsabilidades sobre las personas más desfavorecidas.

Parte de esta problemática se ha resuelto en 17 objetivos que contiene la Agenda 2030.Cabe mencionar que los primeros dos objetivos se refieren a los temas que hemos abordado, el primero lleva por título “Fin a la pobreza” y el segundo: “Hambre cero”. Estos objetivos son de vital importancia para lograr metas en común que propicien un mundo humanitario mejor, se sabe que la actual pandemia ha traído consecuencias graves en diferentes sentidos, pero la pandemia no durará para siempre y habría que pensar en escenarios similares en un futuro para estar mejor preparados. De momento las cifras no son las esperadas, sin embargo, el quehacer tiene que continuar de parte del gobierno para generar las mejores condiciones para que la pobreza y el hambre acaben.

El título que da nombre a este artículo versa así: “Como luego existo” con ello creo que la subsistencia a través de los alimentos es primario para que la existencia se pueda desarrollar con cierta holgura de lo contrario la vida se volverá sólo en un intento por mantenerla por subsistir. Y no es que sea malo simplemente que para que la cultura se pueda realizar, así como del goce de la propia existencia se necesita que las condiciones de libertad, de ocio se den de la misma manera para todos, asegurar –digamos- ese domingo para la vida en el que nuestro quehacer no sea sólo para subsistir sino también para existir al gusto de cada quien.

viernes, 15 de mayo de 2020

Día del maestro

 Tengo el privilegio de pertenecer a uno de los gremios más importantes de estos tiempos, me refiero al de los maestros, que con el tiempo y las reformas aplicadas a la educación se ha ido modificando la forma en cómo los burócratas consideran a los docentes. De antaño la función social (que no ha cambiado) que ejerce el maestro era bien reconocida y aplaudida por toda la sociedad. Se le tenía un aprecio sin igual y un respeto a su autoridad, tanto que los padres de familia consentían que el maestro golpeara o aplicara castigos a los niños que se encontraban en formación.

El tiempo pasa, y con ello la apreciación de lo que es el maestro, ahora esa generación de padres que sufrieron esa educación crecieron y lo más seguro es que no deseaban lo mismo para sus hijos o bien que no le iban a permitir a los maestros seguir con total libertad, puesto que son ellos los encargados de corregir a los niños, adolescentes. Los niños no se pueden tocar, el maestro sólo le debe competer enseñar contenidos temáticos que marcan los programas educativos.  Ello marco un nuevo rol que también se observó en las reformas a la educación, ya el maestro no era ese gran educador, poseedor y transmisor del conocimiento sino que ahora era visto como un facilitador del conocimiento.

El paradigma de la educación cambia, ya el centro del aprendizaje no está centrada en la labor docente sino en la del alumno que aprende a aprender, pero nos hemos preguntado sí en verdad el alumno quiere aprender. Al ser el maestro un facilitador de conocimiento y al ofrecer la educación como una posibilidad de adquisición de competencias y habilidades queda en el estudiante desarrollar sus propias habilidades. Pero cuando el padre de familia se queja del rendimiento académico de su niño regularmente la culpa o la responsabilidad radica en el maestro.  En esa nueva dinámica el padre de familia no entiende del nuevo paradigma pues ha dejado de estudiar, se ha dejado de actualizar respecto a cómo se sigue desarrollando la educación, entonces el docente -en el mejor de los casos- tiene que educar o enseñar a dos otro elemento más para que su labor pueda ser entendida su función.

Lo anterior, marca algo que no nos favorece como sociedad, las personas cuando dejan de ir a la escuela hacen muy poco por seguirse enriqueciendo intelectualmente y eso es lo más triste que puede haber puesto que la escuela para muchos no es ese lugar enriquecedor, donde potencializamos muchísimas dimensiones. Y con ello generamos una imagen de la escuela que transmitimos a las siguientes generaciones. De ahí que la imagen del maestro-profesor-facilitador-agente de conocimiento vaya modificando tanto su percepción y conceptualización.

En los tiempos que se viven actualmente la función del docente ha sido re-valorizada, muchos padres de familia se dan cuenta lo difícil que es educar a sus hijos aún con todos los medios (claro que hay factores socieconómicos que determinan esto), las actividades a realizar cuando se tiene varios hijos se torna complicada e incluso difícil para muchos padres. Por ello pienso que el docente debe de ser valorado aún más porque éste atiende a un colectivo de 20 a 30 alumnos por salón con distintas personalidades cada uno en un periodo de 4 a 7 horas diarias. La labor del docente no es nada fácil, la preparación del material, el dominio del tema, la forma en cómo lo va a enseñar y a evaluar debe de darse previamente al momento de la ejecución.

Todo ese esfuerzo que el maestro realiza es que se gana un lugar en el corazón de los estudiantes y de algunos tutores, pues se reconoce el trabajo del día a día que no sólo implica reflejar emociones sino manejar un temperamento para poder lidiar con otras tantas personalidades que no siempre llevan la actitud de aprender, por ello a veces el maestro irrumpe en otras funciones como la de psicologo, amigo, confidente, etc.

Reflexionar sobre la labor docente, su apreciación, su significado es una faena muy grande que no se termina en estas líneas, ha sido sólo el comienzo de una reflexión que debe rendir sus frutos en la interacción con otros que se ocupen y preocupen con esta labor que irremediablemente nos compete a todos. 


lunes, 13 de abril de 2020

Apuntes sobre la idea del presente.

Uno de los temas que más me han apasionado ha sido el tiempo. Descubrir  la naturaleza del tiempo, el significado del tiempo y el porqué  muchos escritores, poetas, filósofos y científicos han señalado que el tiempo es el problema fundamental de la metafísica o bien de la filosofía.

Sobre el tema del tiempo han discurrido ríos de tinta, buscando explicar su naturaleza y sentido, sin temos a equivocar, ha sido de las preguntas perennes para el ser humano. Hasta el día de hoy se sigue debatiendo ciertas ideas, al final creo que se vuelve perenne en tanto que las circunstancias y los elementos que hay alrededor provocan que la pregunta siga vigente. En estas líneas abordaré una idea de tiempo que aparece en el libro del estoico Séneca "De la brevedad de la vida", donde hace alusión  al mayor de los poetas (supongo que es Homero) citando este canto:

                    "El mejor día de la vida, para lo míseros mortales, es el primero que huye"

Sobre la cita anterior, Séneca se pronuncia a favor de hacer productivo el quehacer del hombre en las cosas que enriquecen su vida, lejos del ocio y de los deleites efímeros. A lo largo del texto insiste en el hecho de que el tiempo que tenemos no es breve, más bien lo hacemos corto en tanto que lo desperdiciamos o bien lo desaprovechamos. ¿qué hacer con el tiempo que tenemos? ¿cómo lo aprovechamos de la mejor manera? ¿qué frutos podríamos cosechar del tiempo bien aprovechado? Son sin duda, las preguntas que Séneca trata de resolver a través del ejercicio filosófico. 

En lo personal la cita antes expuesta es sumamente clara, el único día del cuál somos "dueños" es el día de hoy, propiamente el presente. El tiempo tiene tres parcelas: el pasado, el presente y el futuro. El pasado es el más firme puesto que ya está construido, será siempre un fondo que nos servirá para muchos fines, sin embargo ya no podemos modificarlo. El presente, donde nos desenvolvemos y del que tenemos una incidencia hacia lo que como futuro se nos presenta, es decir puede ser el lugar donde lo que hagamos el día de hoy se nos proyecte más adelante. Y el futuro, algo inseguro e inestable puesto que nadie nos asegura la realización de éste, no obstante sirve como un halo de esperanza de realización de todas nuestras proyecciones que tengamos en el presente.

Siempre viene a mi mente la frase sobre el tiempo que aparece en una película animada llamada Kun Fu Panda, en esa escena Po (el Guerrero Dragón), se encuentra confundido y temeroso de lo que está por venir, el maestro Ooway le dice lo siguiente para calmar su espíritu: "El ayer es historia, el mañana un misterio y el hoy un obsequio, por eso se llama presente". Si se me permite, existe un puente entre estas dos ideas, a saber, que la vida está hecha de tiempo y que lo mejor de ello radica en lo que hagamos en el presente, es decir, en el hoy. Y aquí es importante señalar que no se trata de un efímero hoy que discurre y que por tanto hay que vivirlo con frenesí, como si no hubiera mañana. 




Cuando me cuestiono acerca del origen de la existencia, cuando me doy cuenta que hasta ahora los científicos no han encontrado pistas en el universo conocido de signos de vida me siento afortunado y a la vez privilegiado de saber que tengo existencia y que soy consiente de ella. De ahí que siempre encuentro una correlación con lo que estas dos referencias  nos dicen acerca del significado del tiempo y de la vida misma. El presente debe ser entendido como el acto de creación e invención humana más importante. A partir de que sabemos que el tiempo es un flujo, la conciencia de éste devenir se da en el presente, por ello las experiencias que tengamos nos ayudaran a reconocernos en el camino que hemos de andar (o inventar, pues caminante no hay camino, se hace camino al andar dice el poeta) y lo que nos impulsará a esperar del futuro algo que reconozcamos como propio en la espera. 

De lo anterior se puede destacar la pertinencia de la cita, que el día de hoy es el más importante para hacer y deshacer lo que queremos y no de nuestras creencias, pensamientos, ideas y actitudes. Pues al final de nuestra vida, evaluaremos sobre lo vivido y lo que en ella realizamos, la historia personal será el espejo con el que nos enfrentemos ese día. Hoy vivimos una etapa de confinamiento por una cuestión de salud pública, el futuro es un misterio, aún no sabemos que es lo que nos espera, lo que estamos haciendo- como medida- es sólo para proteger la vida y mantenerla, pero ¿sólo es eso lo que nos toca hacer? ¿Qué hacer con el tiempo que tenemos y cómo lo podemos aprovechar? ¿Cómo enriquecemos nuestra vida a partir de lo tenemos y podemos hacer? ¿ qué hacemos pues con el tiempo que tenemos y hacia donde lo encaminamos? Indagar sobre las respuestas a éstas preguntas nos pueden ayudar a tener una mírada filosófica sobre lo que nos pasa y no agobiarnos o bien desesperarnos en la llegada del fin del confinamiento sin haber hecho nada de nosotros. 






sábado, 11 de abril de 2020

Filosofar en tiempos de pandemia.

 

   La vida de hoy se desarrolla con una característica única, que en mucho tiempo no había sido igual para todos, me refiero a la pandemia. En eventos anteriores como las guerras y una que otra enfermedad se vivía o bien se sufría en algunas partes del mundo, por ejemplo la Segunda Guerra Mundial no fue tan mundial, puesto que muchos países no participaron en la guerra y se vivió en ciertos países de Europa y los casos de Pearl Harbor y de Hiroshima y Nagasaki. En este caso que nos ocupa, la situación cambia, el mundo (casi en su totalidad) sufre los estragos del covid-19.

No es un agente humano, sino cosas de la naturaleza (no me interesa debatir si fue provocado por los humanos o si persigue fines económico-políticos) con la que el ser humano tiene que lidiar. La presente pandemia, -aunque sus números no le dan el peso como otros males que aquejan al ser humano como la diabetes, la hipertensión, el narcotráfico, la trata de blancas- ha puesto en jaque al modus vivendi que teníamos. Ha provocado medidas como el aislamiento preventivo para restarle fuerzas al contagio de este virus. En muchos países estas medidas han tenido efectos positivos tanto para los humanos como para la misma naturaleza. Pues la contaminación del aire se ha visto disminuida, algunos animales han podido salir a las calles a mostrarse sin temor a ser atacados o apaleados. 

Son muchos los hilos que podemos sacar de esto, las conspiradores han tenido mucho trabajo en estos días, tratando descubrir el hilo negro del asunto. Lo cierto es que ha dejado ver algunos problemas que aún acarreamos como sociedad, por ejemplo: la desigualdad social y económica que vivimos (nada nuevo), el sistema capitalista más voraz (sálvese quien tiene dinero y quien pudo acumular riqueza, además de los empresarios ruines y avaros que despiden sin más a trabajadores para no pagar nominas mientras no producen o venden) la mercantilización de la vida misma (si el hombre puede trabajar me es útil, si no, no me sirve siendo una carga más) las vanidades de la vida misma ( este dilema -falso o no- de que hoy en día se le paga más a un futbolista que a un médico o investigador que solucione este problema). Lo cierto de todo esto es que hay muchas cosas que tenemos que replantearnos nuevamente como especie, como comunidad. 

Si este momento- de crisis- no lo ocupamos para re-inventarnos como personas, como seres humanos no estamos aprovechando las cosas, no estamos puliendo lo mejor que nos deja esta enfermedad. No todo es negativo, hay cosas que no habíamos pensado y que ahora obligadamente tenemos el tiempo para hacerlo. Es ahora donde el tono filosófico de nuestras preguntas tienen que escucharse con mayor eco que antes. Este "reset" a la vida tiene que darse en todas las dimensiones, por el bien de nosotros mismos. 

viernes, 3 de abril de 2020

De nuevo

Hace más de un año que no escribo, no es que no hayan pasado cosas importantes que motiven escribir pero a veces la rutina del trabajo ahoga el el ánimo. Ello no quiere decir que no haya otras instancias que propicien esta forma de discurrir a través de los signos, la angustia, la desesperación y hasta el aburrimiento son claros ejemplos de estos motores.

Ahora en estos momentos de confinamiento social y el escenario que se manifiesta a través de las redes sociales y los actos de desobediencia junto con las especulaciones de si es verdad o no lo que acontece nos llevan necesariamente a pensar muchísimas cosas que nos hacer reflexionar sobre puntos de inflexión en la naturaleza humana. Espero que para muchos este tiempo de confinamiento sea uno muy productivo en todas las dimensiones humanas.

miércoles, 20 de marzo de 2019

La reflexión como el rescate de lo humano


Los seres humanos asistimos  a una circunstancia global que muchas veces no entendemos de que se trata. La vida como nos la han contado nuestros abuelos ha dejado de ser simple. Ya no sólo la vida de cada quién se resuelve con la búsqueda de la sobrevivencia sino que ahora es la convivencia lo que provoca una serie de conflictos y vicisitudes que provocan que la vida sea más compleja. El ritmo vertiginoso con el que nos movemos ha sido propiciado por la inclusión de la tecnología que tiene como bandera la novedad. Es sabido que nuestra era ha sido denominada la de la información, el flujo de la misma, con ayuda de la tecnología ha modificado nuestras vidas y,  por supuesto, nuestro modo de ver el mundo.

Los avances tecno-científicos han cambiado los aspectos constitutivos de nuestro vivir y quien no se adapta rápidamente a ellos vive en la marginación de un sociedad que marcha sin un destino propio que se pueda identificar con los mismos pasos que le dio origen. En un tiempo donde creemos y afirmamos estar conectados los unos con los otros por medio de redes no hay paso a la individualización de la realidad como tal. Todo lo contrario, las redes suponen un espacio donde cada uno cumple una función distinta que soporta el entramado humano, pero no es sino la novedad, la mismidad y el desenfreno de las diversas manifestaciones lo que nos llevan a un mismo punto: el sinsentido. Ese sinsentido está marcado por una bala de salva que tiene por subtítulo: “sálvese quien pueda y cómo pueda”.

Ante tal escenario la filosofía guarda un carácter esencial que a mi parecer puede salvar a eso que llamamos ser humano, que desde el horizonte de lo homogéneo (que se entiende al hecho de tener las mismas herramientas de eso que llamamos vida: facebook, instragram, youtube, empleo, dispositivos móviles etc.) se ha ido desvaneciendo. ¿Por qué digo lo anterior? Porque tal parece que en la búsqueda de encontrar un espacio donde quepa la realización de la vida propia se tiene que dar en esas plataformas. Donde si no te muestras prácticamente no existes. Tienes que mostrarte, convertirte en una imagen para ser referencia de vida. Pero, ¿de eso se trata la vida? ¿Es ahí donde la experiencia de la felicidad radica? ¿Dónde el ser humano se enriquece y desarrolla?

Líneas atrás decía que la filosofía puede salvar la humanidad. ¿De qué la tiene que salvar se pudiera preguntar el lector? De ella misma, de dejarse llevar por este ritmo vertiginoso que ha tomado, de esa fragmentación del tiempo que lo desvincula de un sentido histórico y que al mismo tiempo lo desinteresa de un futuro dejándolo en un efímero presente. Presente que sólo le permite consolarse con la vivencia del instante. La constitución del presente le lleva a coaccionar con su propio tiempo, el ser humano de hoy en día si no está haciendo algo torna su vida en aburrimiento y en estrés. Por tanto, siempre tiene que estar haciendo algo que le lleve a ocuparse en los distintos planos en los que vive, la casa, la escuela, el trabajo, y en el traslado a cada uno de estos escenarios no puede estar sin comunicarse, sin entretenerse, sin visualizar.

La reflexión es el sendero más seguro para la supervivencia de lo humano. La reflexión hace una pausa al devenir temporal para dotar de sentido nuestra propia vida y en lo que ella se encuentra inmerso. Si decimos que la vida resulta un espectáculo, quien reflexiona o bien quien filosofa se convierte en un espectador. El espectador es aquel que no se involucra en lo que se está llevando acabo como juego  (el espectáculo de la vida), sino que solo se dedica a observar, a comprender de qué va el juego. Por tanto, filosofar es desocuparse de la vida para ocuparse en ella.

Para los filósofos griegos la filosofía estaba ligada a la contemplación. Aristóteles destaca que la filosofía es una vida contemplativa (bios theoretikos) una forma superior de vida, una vida independizada de la vida cotidiana de los hombres, una vida libre, autónoma, que justamente por mor de su libertad y de su autonomía es capaz de percibir el qué de la vida misma. Si hoy día nos dejamos llevar por las ofertas que hay en el mercado de la vida solo estaríamos consumiendo lo que otros disponen al comprador, algo que otros han elaborado. Si seguimos esa lógica no realizaríamos ese esfuerzo por conseguir lo propio, lo que provenga de nuestras manos, nuestras decisiones y nuestros propósitos. Y es por ello que ejercitar la reflexión nos puede llevar al sendero de la invención del sí mismo, aquel donde la humanidad se vuelve humanidad, en el ejercicio de la libertad.


miércoles, 27 de febrero de 2019

Hacia el apocalipsis racional



Hace unos días leía unas noticias que me dejaron muy impactado respecto al futuro escenario de nuestro planeta más bien de nuestro hogar. Las noticias hacian referencia a un tsunami de hielo, a temperaturas altas en otros países y latitudes. ¿es el hombre el responsable de estos hechos naturales? quizá no sea el único, pero si el que esta acelerando un proceso de destrucción de magnitudes imprecedentes. A pesar de las advertencias de los expertos en la materia la humanidad se sigue conduciendo con una ignorancia firme. Las personas siguen quemando basura, talando árboles, consumiendo demasiado plástico, etc. Las imágenes que nos llegan de muchas partes del mundo donde el exceso de basura es increíble, de la cantidad de basura que hay en los océanos, las distintas formas de vida que se estan extinguiendo a causa del ser humano es de vergüenza.

Hoy en día hay campañas de reciclaje, de no usar popotes, de no llevar bolsas de plástico, etc. como medida esta bien, pero ¿qué pasa con las grandes empresas que se dedican a la manufacturación de esto? ¿acaso han cerrado alguna fábrica para evitar seguir contaminando? ¿no es acaso el modelo economico-político el que sigue fomentando esta dinámica? por poner un ejemplo. Estados Unidos tienen a un presidente que parece ser un anticristo, es un tipo que niega el cambio climático, hace a un lado a la ciencia, y con ello las preocupaciones científicas por prevenir desastres naturales a gran escala. Este señor proviene del mundo empresarial y es obvio que no se detendra en su camino por conseguir más dinero. ni tampoco generará un proyecto de energias limpias en su país que es de los que más compran petróleo.

Por esta serie de razones me he referido al apocalipsis racional, las personas piensan cada vez menos en el futuro y piensas angustiosamente sólo en su presente. Actualemente no existe una ola de cambio imponente sobre la forma de vida que seguramente nos llevará a ese escenario donde tsunamis de hielo, temperaturas elevadas, deforestación, cambios en las estaciones, desaparición de flora y fauna, etc. Debemos racionalizar el problema, conocer las causas, las posibles consecuencias, debemos actuar respecto lo que consideremos mejor para nuestro planeta, para nuestra casa, porque hasta ahora este es el único lugar que tenemos para vivir.