La vida no es un yacer ahí
nada más sino un sostenerse, un ir subsistiendo. Un hallar la forma de cómo
vamos viviendo. La pandemia actual ha puesto en jaque muchos aspectos de la
vida humana y en particular el de cómo sobrevivir ante tal escenario. Las
dificultades económicas en las que millones de personas nos encontramos a
pegado sin duda en la ingesta de alimentos que consumimos. La vida en términos
generales se ha encarecido y al mismo tiempo se ha complicado aún más.
En nuestro México
recientemente el CONEVAL (El consejo nacional de evaluación de la política de
desarrollo social) ha dado a conocer en días recientes que la pobreza en los
últimos dos años (2018-2020) ha aumentado. El dato no puede ser tomado a la
ligera, pues significa que millones de personas se han visto seriamente
afectados no sólo en los ingresos económicos sino en el acceso a los recursos
que garanticen el desarrollo de una vida digna. Esto no es tan fácil de digerir
pues implica que millones de personas viven al margen de las garantías
individuales que todo gobierno inscrito en la ONU tiene la obligación de
cumplir que es garantizar la vida digna.
La pobreza y el hambre son dos
conceptos y más que conceptos realidades que van unidas. No se puede pensar una
sin la otra y en la realidad podemos argüir que una es consecuencia de la otra,
sin embargo, el hambre ha existido como imposición de la vida desde su mismo
nacimiento. De ahí que la vida se realice en el quehacer, pues no se busca otra
cosa que su subsistencia. Sin embargo, el hambre condiciona la vida como tal
pues en seno de ella se desarrollan enfermedades como indisposiciones físicas,
así lo expresaba Koffi Annan expresidente de la ONU.
“El hambre perpetúa la pobreza
al impedir que las personas desarrollen sus potencialidades y contribuyan al
progreso de las sociedades”
Es el hambre un problema que
tenemos que paliar para alcanzar metas en común, pero sobre todo es uno de los
objetivos que los gobiernos tienen como compromiso en su agenda. Al respecto,
tiene más de un lustro que la Asamblea General de la ONU elaboró y aprobó 17
objetivos que conforman la agenda 2030. Al acordar estos objetivos cada nación
deberá planear y organizar sus recursos para la lograr dichos objetivos. Dentro
de las declaraciones que se dieron al respecto se puede leer lo siguiente:
“Estamos resueltos a poner fin
a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí al 2030, a combatir las
desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir sociedades
pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y promover la
igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y a
garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos naturales”
Resta a las diferentes
organizaciones no gubernamentales como ciudadanía en general vigilar el
cumplimiento de estos objetivos o bien de cómo se van generando las condiciones
para la realización de dichas enmiendas. Por el momento en nuestro México y a
más de 5 años con esas estadísticas sacadas por parte del CONEVAL no podemos
decir que vamos bien.
Pero, ¿qué tiene que ver esto
con la filosofía? ,¿Y sobre todo con la comida? Pues indudablemente la
filosofía es un indagar, un buscar un sentido a las cosas y el hambre es sin
duda la parte negativa de la comida, la ausencia de la misma. La ausencia de la
comida nos lleva a padecer el hambre y con ello las condiciones tanto físicas
como intelectuales imposibilitan el desarrollo de las potencialidades humanas.
Ello nos lleva a pensar en los gobiernos como administradores de los recursos y
que en ellos se deben guardar ciertos compromisos y responsabilidades sobre las
personas más desfavorecidas.
Parte de esta problemática se
ha resuelto en 17 objetivos que contiene la Agenda 2030.Cabe mencionar que los
primeros dos objetivos se refieren a los temas que hemos abordado, el primero
lleva por título “Fin a la pobreza” y el segundo: “Hambre cero”. Estos
objetivos son de vital importancia para lograr metas en común que propicien un
mundo humanitario mejor, se sabe que la actual pandemia ha traído consecuencias
graves en diferentes sentidos, pero la pandemia no durará para siempre y habría
que pensar en escenarios similares en un futuro para estar mejor preparados. De
momento las cifras no son las esperadas, sin embargo, el quehacer tiene que
continuar de parte del gobierno para generar las mejores condiciones para que
la pobreza y el hambre acaben.
El título que da nombre a este
artículo versa así: “Como luego existo” con ello creo que la subsistencia a
través de los alimentos es primario para que la existencia se pueda desarrollar
con cierta holgura de lo contrario la vida se volverá sólo en un intento por
mantenerla por subsistir. Y no es que sea malo simplemente que para que la
cultura se pueda realizar, así como del goce de la propia existencia se
necesita que las condiciones de libertad, de ocio se den de la misma manera
para todos, asegurar –digamos- ese domingo para la vida en el que nuestro
quehacer no sea sólo para subsistir sino también para existir al gusto de cada
quien.