Esta tradición mesoamericana
ha perdurado a pesar de la conquista espiritual hecha por los españoles en el
siglo XV; fundiéndose en una celebración que se ha arraigado en los rituales
que año tras año millones de mexicanos realizan
dando pie a lo que conocemos como Día de muertos o de Todos los Santos.
En estos días se deja ver claramente una
forma de representar tanto la muerte como la vida; y la riqueza de esta
tradición se puede notar en los diferentes lugares que se celebran y la forma
en cómo lo hacen. En el presente artículo me daré la tarea de hacer una
humilde interpretación extrayendo algunos elementos para poder filosofar sobre
estos acontecimientos que se dan en la mayor parte del territorio mexicano.
Antes de la llegada del día
de muertos se puede percibir en la sociedad una preparación para tal fecha, ya
que, se puede observar a muchas personas acudiendo a los panteones a restaurar
las tumbas de sus seres queridos así como las compras para realizar el altar
(símbolo emblemático de lo que se ofrece a los difuntos); además en las
panaderías como dulcerías se puede notar una forma peculiar del mexicano
(la comida) de acompañar estos días, e,l pan de muerto y las calaveritas de azúcar con tu nombre es ineludible no comerse más de uno.. El altar que se prepara tiene un
significado particular que vale la pena asomarse a él, puesto que, lo que se
sirve en tal lecho no es sino lo que al difunto le gustaba en vida, así para
cuando su alma regrese pueda oler los aromas de todo lo que consumía; desde el
mezcal, caña, refresco, cigarro, tamales, pan, fruta, hasta la golosina.
Me gustaría reflexionar
sobre el ritual anterior y los significados que encuentro en ellos a fin de
cumplir con lo señalado anteriormente.
La muerte para el mexicano
no es una muerte de la cual hay que temer, ni siquiera es el final de la vida.
Ya que, se sigue conviviendo con las personas conocidas a pesar de que son
difuntos por ello en el altar se le ofrece todo lo que le gusta, así la celebración
es un día especial donde se retorna con los seres queridos, por ello en la
velada que se hace en el cementerio se canta, se cuentan anécdotas para revivir
experiencias, porque recordar es volver a vivir. Así el mexicano ve a la muerte
como un hecho más que ocurre y no aquel que marca el fin de la vida sino otro modo de
estar. .En ese sentido la memoria se convierte en
el lugar de convivencia que año tras año hacemos valer como seres finitos.
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