La democracia no se
reduce a una
forma de gobierno,
sino que es,
a fin de cuentas, un
ideal basado
en virtudes morales.
Antonio Caso
La democracia como sistema
político ha tenido muchas transformaciones a lo largo de la historia de
Occidente, en la Grecia de Pericles por allá del siglo IV a.C., fue cuando por
vez primera se puede rastrear el sentido de aquél sistema político. La instauración
de la democracia no significaba que sólo
se cambiara de sistema político sino que esta formara parte de la vida
colectiva, personal y que eso, inmediatamente, se reflejara en el cuerpo de la polis, ciudad. Es decir, la democracia no sólo es parte del sistema
político sino que tiene que ver intrínsecamente con la vida de cada uno y la de
todos porque es evidente que el hombre no puede vivir sólo sino que su
subsistencia depende del colectivo que lucha por el mismo fin: preservar la
vida y encontrar mejores condiciones de esta para su desarrollo.
Lo anterior no podría haber sucedido si no tomamos en cuenta la importancia que tenía la palabra en
aquél tiempo. La palabra era un instrumento para hacer válida una posición
política que abogará por intereses colectivos y personales. El hecho de que la palabra tuviera un
significado importante era porque las instituciones que regulaban el orden
público permitía el desenvolvimiento de la palabra. De hecho, de ahí un arte que surgió a partir de esas
condiciones políticas: la Retórica. La retórica no la debemos concebir como
peyorativamente se ha entendido, es decir cómo aquél arte usurpador de
intereses y balbuceos impertinentes. La retórica se usaba para designar a los políticos, a los hombres públicos que
toman la palabra, hablan y discursean en la Asamblea Popular. Y es sobre lo
anterior en lo que debemos poner el acento de la retórica, como más adelante
veremos en cuanto su función en la sociedad. Cronológicamente se les considera a Corax y Tisias los
creadores del la retórica, pues su libro Arte
y el primero en esa materia estaba compuesto de estrategias para lograr vencer
mediante la persuasión.
En realidad no importa tanto el
origen del arte retórica como su función en la sociedad griega. Su papel es
claro en cuanto que la retórica es hija de la democracia y el derecho. La
retórica es el arte que enseña al ciudadano a defenderse con el empleo de la
palabra en el marco de las reglas del juego democrático, tales refieren al
hecho de que todo ciudadano tiene permitido hablar en público y además puede
hacerlo de la forma que le plazca sin ofender a la ley, misma que es convenida
por el acuerdo de la comunidad.
Regresando a nuestro presente, la
democracia es asunto de partidos políticos (que representan los intereses del
pueblo) y organismos (IFE). Nuestra democracia, mexicana, ha ido ascendiendo, manteniendo la esperanza de poder llegar a
hacer eficaz, puesto que, siguen habiendo muchos lapsus que continúan manchando las contiendas electorales como la
compra de votos, la coacción del mismo, etc. Lo que las autoridades llaman
“incidentes menores” es muestra de que no se ha podido liberar nuestra
democracia de vicios que por mucho tiempo han alejado la participación
“verdadera” de los mexicanos. Nuestra
democracia a diferencia de la griega está lejos de propiciar el espacio público
en donde la palabra como instrumento de
validez política tenga una influencia sobre el mismo espacio público-político.
Nuestra democracia en ese sentido se ha especializado y fragmentado tanto que
ahora lo que menos se escucha en una Asamblea (legislativa, por ejemplo) es la
voz del ciudadano.
Entonces, si nosotros queremos
recuperar el espacio y la fuerza de la palabra tendríamos que educarnos en
condiciones de ejercer la democracia. Esto
porque si nosotros a partir de los 18 años formamos parte de la ciudadanía que
obtiene el derecho del voto, la participación ciudadana es indispensable no
sólo hacer efectivo el derecho sino de estar armado de herramientas
indispensables para ejercer la ciudadanía a través de la palabra y la
escritura. Por ello es esencial que la educación de la ciudadanía sea integral, en el sentido de recibir una
formación científico-humanista que contemple materias como la filosofía, la
lógica, matemáticas y la ética. Decimos estas disciplinas porque la lógica
otorga herramientas para reconocer qué tipo de argumentos existen y cuál de
ellos son validos o no, esto para discernir el mundo de información en el que
nos encontramos y se encuentra tan a la mano. Las matemáticas porque el razonamiento
matemático ayuda a ordenar y a dar coherencia a los argumentos que tengamos que
elaborar. La ética debe contribuir a hacer concordar sobre las distintas
posturas éticas que aparecen en el espacio democrático y plural que tenemos,
esto no se debe entender como un relativismo ético sino como una búsqueda de
establecer acuerdos para no caer en el relativismo y asumir una postura ética
conveniente para respetar el espacio público.
Y sobre todo el estudio de la
filosofía, porqué esta es un ejercicio reflexivo de crítica y autocrítica sobre
las condiciones políticas, sociales, culturales y económicas que nos toca
vivir. Este ejercicio qué hace la filosofía revitaliza la democracia en tanto
que pone a prueba las condiciones mismas por las que se hace valida la
democracia: la libertad, el respeto y la tolerancia. Y esa libertad, tolerancia
y respeto deben ejercerse desde todos las esferas que conforman la sociedad. A
partir de ahí podríamos re-habilitar la condición de la palabra y la escritura,
puesto que la formación académica rendirá frutos en los futuros ciudadanos, por
ello es indispensable que en nuestro presente trabajemos sobre las condiciones
del hoy y del mañana.
Por ello el cultivo de la
filosofía tendría que ejecutarse a partir de una condición social que necesita
alimentarse de lo que piensan y sienten los ciudadanos que dan pie a la misma
sociedad. De ahí que recurriéramos en la primera parta a la retórica porque
entendida así la retórica es filosofía en tanto que discute sobre lo
conveniente y es ahí donde se pone en juego la democracia. Por ello insisto en que la democracia no debe
entenderse sólo como el sistema político que hoy tenemos a partir de los
partidos políticos y el IFE sino cómo aquél en dónde las personas hagan
valer el espacio político, cultural y
social que tanto ha costado mantenerlo, ya que, sólo así podremos ser actores de nuestro andar
ciudadano.
Quisiera terminar este artículo
invitando al amable lector que pasa por aquí a que se dé un tiempo para
reflexionar sobre las condiciones y las instituciones democráticas que hoy tenemos y analizar si
estas son suficientes para hacer valida la voz de la ciudadanía. En mi opinión
me parece que no es suficiente, tenemos que hacer que se involucren demás
instituciones como lo es la educación para formar ciudadanos
críticos-constructivos que exijan justicia, tolerancia y respeto para reforzar
los cimientos de la democracia que hoy tenemos.
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