viernes, 3 de abril de 2009

La identidad del texto o de su destino

Pensar en lo que pueda resultar de escribir algo y publicarlo en cualquier lugar es banal, no hay cabida para ese pensamiento, al menos no para el autor.
Pues cuando uno intenta escribir trata, al menos, de fugarse en esas lineas, de dejar algo en ellas.

Después de esto, el destino del texto no es propiciado por el generador, es decir, por el autor, sino por el lector. El lector es el que irrumpe en la intencionalidad del texto enmarcándolo con categorías canónicas o excentricas, dándole un destino y tratando de hacer ver una identidad que asemeje al autor con la obra.

Cuando uno escribe se tendría que advertir ciertas intensiones para que no seamos mal interpretados, y para que la obra no quede suspendida sin saber que destino proporcionara un lector o una época. Hay que hacer que el lector y el autor sólo sean amantes del detalle literario.

No hay comentarios: