¿Que es un problema filosofico?

Todo pensamiento inicia, inexorablemente, con la vida. Ninguna espontaneidad del pensamiento, ningún repentino alumbramiento de la razón, ninguna revelación del cielo, pueden ser el punto de arranque para una problemática expresa capaz de arrancarnos la mirada hacia la filosofía. Determinada forma de vida crea nuevas formas de pensamiento y, a su vez, el pensamiento afirma a la propia vida; por eso la filosofía, en tanto que ejercicio por excelencia del hecho de pensar, no puede nacer de otro motivo que no sea el propio modo de vivir, de estar en el mundo con todo lo que éste implica.
Una filosofía que no sirva para la vida, incapaz de instalarse en el seno del mundo de los hechos, de la experiencia, donde la muerte avista con sigilo el rutinario ocurrir, donde la existencia tiene que ganarse su título y las creencias trascendentes no son más que monedas echadas al aire sin la certeza de su vuelta… no puede ser sino un maniquí decorativo en las amplias salas de las curiosidades intelectuales. La filosofía, y por tanto todo problema filosófico, debe partir de una necesidad íntima, de una carencia radical de algo que no se sabe pero que se entiende en una extraña visceralidad del pensamiento.
Todo problema filosófico ha de entenderse como una especial manera de cuestionar al mundo, de imprecar la absoluta finitud del sí mismo frente a una realidad que se escurre entre los dedos, ante una naturaleza no circunscrita a las determinaciones de una subjetividad apenas aprendida. Un problema filosófico es simplemente un aire espeso difícil de inhalar, que no llena los pulmones, que no oxigena nuestra propia manera de ocurrir en el mundo; el problema filosófico es un problema vital que se cierne sobre una necesidad fisiológica, ontológica, metafísica, religiosa… mística; porque el mundo es, al cabo, siempre la cosa por descubrir, por comprender, por ver con una claridad prometida pero nunca conseguida, y el mundo implica el todo y a todos.