sábado, 25 de julio de 2009

Me he encontrado con el amor cuando pensaba desesperadamente que había olvidado mi sendero, cuando pensaba colgar los guantes y quizá decidirme por otros encuentros, el caso es que he coincidido con él, me ha agarrado por sorpresa y le he tomado por los cuernos, lo he enfrentado como cuando se enfrenta un extraordinario, es decir, con ese miedo y esa esperanza de seguir avante con lo que siga.

Gracias a este encuentro con el amor he podido comprender que perder una posible relación con alguien es mejor que haberse quedado con ese quizá, recordando a Sabina, quien pierde a una mujer gana. ahora estoy agradecido de haber perdido aquella ilusoria batalla que ahora me propicia felicidad no para ahora sino para adelante.

Digo para adelante porque un hombre no es su pasado ni su presente sino lo que puede ser o lo que le espera, pensar el futuro para muchos filósofos como Benjamin es impensable puesto que el futuro es inconcebible, incognoscible ontologicamente puesto que no ha sucedido, pero según yo lo que venga ratifica la condición de proyectantes. un hombre no es propiamente su pasado sino su futuro, puesto que las marcas que señalan al hombre no son los que va dejando en el camino, eso sólo sirve de indicadores de seguir existiendo como tal, sino lo que puede construir para sí.

Ahora propiamente lo que deja el caminar es tan enriquecedor como el mismo hecho de caminar. Sucede más satisfactorio cuando hay ciertos encuentros que te llegan buscando el desplazamiento de los mismos por otros mejores que propician las ganas de seguir viviendo.

Coincidir en caminos no es otra cosa que el compañerismo, ahora no camino sólo, camino de la mano con alguien que me ha dado tanto para mi y para ella, ahora puedo afirmar sin ninguna duda y con gran certeza que mi compañera es la que había esperado inesperadamente.

Cuchurrumina llegaste cuando no te esperaba y te espero ahora que se que no puedes llegar. La incertidumbre que alumbra mi ser es propio de nuestra condición de compañeros.
pero la incertidumbre de nuestro tiempo me fija un ancla de certeza: tu amor.

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